El cine mexicano en la actualidad está repleto de comedias románticas. Es un género que predomina de forma muy notable en los últimos años. Propuestas que rompan con este molde son pocas, en lo que al cine comercial se refiere, es decir, aquel que tiene una distribución masiva a nivel nacional y nombres de reconocidos actores en su elenco. “Camino a Marte” al menos intenta ver otros ángulos. No es una comedia romántica y hasta resulta un tanto complicado encasillarla en un género. Tiene tintes de ciencia ficción, drama, “road movie” y, claro, comedia. Es un experimento interesante, pero tampoco quiere arriesgarse demasiado. El empaque en que se nos entrega esta historia es bastante limpio y cuidadoso, si bien se nota que la idea era hacer una propuesta osada, más allá de los convencionalismos que una trama de este tipo supondría. El resultado final llega a ser bastante entretenido, aunque daba para mucho más.
La historia cuenta sobre un viaje que hacen las amigas Emilia (Tessa Ia) y Violeta (Camila Sodi) por las carreteras de Baja California Sur, en un tiempo en el que un enorme huracán se acerca poco a poco, amenazando con causar una destrucción sin precedentes. La primera tiene una enfermedad terminal, así que, cansada de todo el tratamiento, decide pedirle ayuda a su mejor amiga para ir a ver su playa favorita, sin importarle ya las consecuencias de su atrofiada salud. En su camino se encuentran a un tipo con un casco de motocicleta (Luis Gerardo Méndez), que parece tener problemas mentales. El hombre termina por acompañarlas en su viaje, pero asegura ser un extraterrestre que vino a la Tierra a acabar con la vida como la conocemos, ya que somos seres egoístas y malvados ante los ojos de su supuesta especie.
La primicia es interesante y quizá desde otro ángulo, bajo otra dirección, esta misma historia podría ser una obra sobresaliente y conmovedora. “Camino a Marte” no lo es, aunque no carezca de méritos, sobre todo por el intento de ser diferente. El asunto aquí es que todo lo que vemos es demasiado cuidadoso, pisa paso por paso, sin querer tropezarse mucho, para no dejar de ser un drama sobre la amistad. Las dos amigas son muy amigas y solidificarán su relación luego de una serie de eventos conflictivos, donde al final todo se resolverá de forma adecuada. La trama de esta película cuida mucho eso: ser adecuada. Sabemos hacia dónde va y lo que nos quiere decir. En este sentido, se podría decir que tiene pocas sorpresas, lo cual se hecha de menos, ya que la cinta apunta hacia otros horizontes, pero no termina por alcanzarlos.
Eso sí, una de sus grandes cualidades es no mostrar sus cartas de forma tan obvia, ni querer moralizar de principio a fin. Si bien podemos imaginar cómo terminará, cuenta su historia de una forma que atrapa y que parece evadir nuestras expectativas, aunque ellas estén presentes todo el tiempo. El problema es más bien de forma, ciertos usos de música, alguno que otro diálogo y todos esos pequeños detalles que nos hacen volver a la palabra antes mencionada: adecuada. Entregar una cinta que no escape demasiado a un paquete hecho con cierta “normalidad”, entre tantas mezclas de géneros y cosas que podrían salirse de lo común. Es casi como si en unas partes quisieran decirle al espectador cómo debe sentirse, en lugar de dejar que la historia lo haga por su cuenta.
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